Ion Olaeta, quien enseña una gran lección. Viste de traje y corbata y es chatarrero, y a mucha honra. Es el presidente de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER) y también, el director general de la División de Reciclaje del Grupo Otua. Es la viva imagen de la evolución de un sector que pasó de humilde oficio a una actividad que logra dar trabajo a 33600 personas en una cantidad de 6000 empresas, manejando así un volumen de negocio de cerca de los 10000 millones de euros.
España, es una potencia europea de la chatarra. Puede que esta imagen, choque a muchas de las actuales mentalidades. Hace falta ver el sector con otros ojos, o sencillamente verle. No hay colegios que organicen excursiones a estas plantas de reciclaje ya que no lo ven seguro; por eso, poco se sabe de la chatarra que es solo uno de los campos del extenso ámbito del reciclaje y en el que se juntan labores como el reaprovechamiento de la madera, el cartón, el hierro o los neumáticos.
Se debe empezar diciendo que todos los procesos desde la recepción de productos, su separación, la fragmentación... hacen que el sector día a día se haya logrado diversificar, haciendo intensivo el uso de la tecnología para lograr acelerar y depurar los procesos, y que a día de hoy mueve inversiones millonarias.
Es también consecuencia de un sector altamente regulado, mucho más que otros en su comparación. Esto, puede ser por la naturaleza de su propia actividad, en la cual entran en juego materiales tóxicos y contaminantes.
Lo que tiene por delante este sector, es el mismo reto que el resto de España: el reto de la economía circular. Los chatarreros antiguos son los gestores de residuos llamados a jugar un papel clave el día de mañana. La legislación y la conciencia de la sociedad han ido evolucionando. Esto tiene que ver con la globalización, ya que el mundo se abre y se hace muy pequeño, pero ellos poseen una tarea fundamental.
Inés Osborne
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